Las habladoras palabras tienen tanto significado que de tan habladoras se quedaron calladas, sin significado, sin voz….con sonido música….
Entra el violín.
Roza el arco la cuerda en insensata intimidad y juntos le dan voz al silencio. Caen del roce en silenciosa cadencia pétalos blancos que la brisa arranca de las ramas recién florecidas de un manzano. Y bajo el árbol, tú y yo tendidos dejamos que el sol acaricie nuestros poros y caiga esa nieve fina que no enfría, sino que acaricia con la dulce sutileza de la piel de las manzanas.
Entra el piano.
A golpe de yema tus dedos van arrancando notas que son gemidos, acordes que son suspiros y nacen del mismo gesto donde se gesta el sentimiento, escalofríos que nos recorren a los dos sin pedir permiso, seguros de tener paso franco por todos los rincones que lentos y decididos van recorriendo hasta encontrar la mismísima puerta del alma.
Entra el arpa
Como el vuelo de una paloma blanca una mano suave traza en el aire itinerarios que son mapas abiertos, prestos a señalar el camino de tu subconsciente. Avanzas al unísono de esos arpegios que recorren el cielo como una zarpa de cristal, y sin que me dé cuenta te me vas enredando en las manos, en las venas, en los sueños, quedándote tan quieto que ya no sé si eres tú o ya eres yo.
Entra la orquesta.
En un crescendo infinito nos envuelven las notas. Ya no existe el cielo ni la tierra, porque ya todo es color y música. ...
…música que va desgarrando piel a cada nota, a cada caricia, y los sentidos emprenden una huida arrastrando todas las cadenas pesadas del tiempo, de la vida….musica...
“Veladamente, descorriendo pestillos, ha llegado hasta mi cuarto una pantera translúcida con la piel de diamante que me morderá la nuca cuando menos lo espere. Es el deseo.”
Almudena Guzman
Roza el arco la cuerda en insensata intimidad y juntos le dan voz al silencio. Caen del roce en silenciosa cadencia pétalos blancos que la brisa arranca de las ramas recién florecidas de un manzano. Y bajo el árbol, tú y yo tendidos dejamos que el sol acaricie nuestros poros y caiga esa nieve fina que no enfría, sino que acaricia con la dulce sutileza de la piel de las manzanas.
Entra el piano.
A golpe de yema tus dedos van arrancando notas que son gemidos, acordes que son suspiros y nacen del mismo gesto donde se gesta el sentimiento, escalofríos que nos recorren a los dos sin pedir permiso, seguros de tener paso franco por todos los rincones que lentos y decididos van recorriendo hasta encontrar la mismísima puerta del alma.
Entra el arpa
Como el vuelo de una paloma blanca una mano suave traza en el aire itinerarios que son mapas abiertos, prestos a señalar el camino de tu subconsciente. Avanzas al unísono de esos arpegios que recorren el cielo como una zarpa de cristal, y sin que me dé cuenta te me vas enredando en las manos, en las venas, en los sueños, quedándote tan quieto que ya no sé si eres tú o ya eres yo.
Entra la orquesta.
En un crescendo infinito nos envuelven las notas. Ya no existe el cielo ni la tierra, porque ya todo es color y música. ...
…música que va desgarrando piel a cada nota, a cada caricia, y los sentidos emprenden una huida arrastrando todas las cadenas pesadas del tiempo, de la vida….musica...
“Veladamente, descorriendo pestillos, ha llegado hasta mi cuarto una pantera translúcida con la piel de diamante que me morderá la nuca cuando menos lo espere. Es el deseo.”
Almudena Guzman
