Diario Ajumado.

Hay un momento en la vida en que la mejor noticia que ocurre en la mañana es saber que aun eres capaz de empañar con tu aliento el espejo del baño, es una buena señal para después de una noche de tropiezos, el cuerpo no falla, y no es que haya perdido el instinto de lucha, lo que ocurre es que imaginar el futuro me produce menos emoción que recordar el pasado, sobretodo si se repiten mas noches de tropiezos y desavenencias intestinales en el amanecer…. el territorio de la esperanza hoy no lo ocupa la memoria, lo ocupa un “ojala no memoria”.

Por alguna razón casi inexplicable en esta mañana presiento en la boca ese esparto que deja la saliva, aunque por otra parte me aterra la idea de encontrar razonable la renuncia hacia algún de esos pequeños vicios que me traen hasta aquí… y cambiarlos en plena tentación por cualquier virtud extraña que ahora no atisbo a reconocer…

En mañanas como esta lo más sensible que me atrevo a reconocer es que soy capaz de enganchar esa endiablada hebilla del cinturón, me estoy haciendo mayor lo que antes era puro vigor en las mañanas, ahora es cansancio y una vocecita que dice que es razonable.

Me preocupa este rastro que dejan los años, me preocupa inspirar confianza, ahora cuando balbuceo mi paseo por el parque ni si quiera me rehúyen las palomas, creo que soy de la generación de la mitad de la mitad de las baldosas del paseo y me estoy convirtiendo en un ser tolerado para menores… es altamente lamentable que a un hombre el dinero le dure mas que sus vicios, un día en el parque hicieron una exposición de no se que escultor, coincidió al lado de mi banco preferido, en un momento de la mañana la gente retiraba la mirada de aquellas estatuas para fijarse en mi, tuve que hacer un par de movimientos y carraspear para que no siguieran haciendo fotos de mi.

Conocí a Linda una madrugada en la que hasta las lagartijas estaban en libertad condicional, no recuerdo muy bien su cara de aquel día, el aire estaba tan cargado que incluso se hacia un lio consigo mismo, lo único que recuerdo de ella es que era tan persuasiva que cuando pedía un whisky le ponían dos. Recuerdo que las primeras madrugadas con Linda era pura pedida de noción y espacio, un día al salir a la calle no podía creer que el cielo estuviera tan alto, y que aquello que me estaba empapando, esa lluvia insistente, no recordaba que la lluvia tuviera tanta agua, ni que la acera estuviera al otro lado de la calle…eran mañanas muy irreconciliables con el mundo… Con Linda tuve muchas noches para filosofar sobre aquella frase de aprendizaje; “Se tardan dos años en aprender a hablar y sesenta en aprender a callar” todas las noches deseaba que fuera su cumpleaños varias veces.

Linda un buen día se fugo con un tipo gigante de unos cincuenta años de edad, noventa y pico kilos de peso, y un rostro tan agrio que le borraba la cara y arrugaba las fotos y, seguramente serán muy infelices en algún rincón del mundo.

La verdad es que hace tiempo que mis mañanas parecen letra pequeña de un contrato, nadie se fija en ellas, creo que me siento como un pájaro enjaulado que al sentirse libre solo sabe volar alrededor de su jaula.

De mas joven me gustaban las muchachas de mi barrio, aquellas chicas vestidas de blanco con aquellos pobres vestidos beige, había una que me gustaba en especial y creo que yo a ella, pero la sola idea de que hasta dios se habría sentido una mala compañía a su lado me alejo a todo prisa de aquel barrio. En aquellos tiempos hasta yo era un caballero, descarado pero caballero, una noche le dije un piropo cargado a una muchacha y esta me respondió amablemente con una bofetada, yo como buen caballero se lo devolví al tipo que estaba con ella, pero eso fue hace tiempos.

En estos tiempos veo amanecer con la mirada puesta en una tulipas que parecen tener barba de tres días, anoche un minuto antes de amanecer escuche el grito suave de una mujer mientras era deseada, escuche detenerse el reloj varios minutos esperando a que todo ocurriera bajo la luna, me levante y vi la propia sombra de la sombra, lo cual me pareció altamente absurdo, anoche oí el grito de una mujer, luego sopló el viento y se lo llevó todo, todo menos ese par de hielos que me ayudaron a anochecer..

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Lamontagneazul

Las palabras son pentimentos que callan su significado clandestino, ocultan como testigo silencioso; deseo, pasión y hastió. Habitan en un espacio libertad donde divagan y se mezclan con una pizca de cordura, y con la locura que destilan todos esos pensamientos inoportunos del espejo de una noche y su montaña azul.

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