Tengo un Acepté


Acepté las reglas de un juego, palabras y jirones del alma donde se me metió tan dentro mi sed que se convirtió en arena...

Acepté ser parada y fonda, alforja de fugitivo, tropiezo sin destino dando de baja lo sentido...

Acepté mi sed y la arena, los anhelos a pleno desierto, beber del charco de los sueños cada uno de los deseos….

Acepté ser la esponja de caricias que calan el pecho, preso de un deseo con vacuna de veneno... Acepté y no me quejo, y no retengo. Fui y soy sin saber a dónde y llego sin saber por qué…

Acepté este hábito laberintico de ternura que abriga destino y otros verbos… y aquí el mar se hace viento… y desde un lejano alisio descrito de mi alma dedico dicción a ese exilio donde se multiplican desvanecidos que partieron a cielo y tierra… que parieron montaña y rio… que son azul sin decir nada describiéndolo todo…

Acepté las alegorías del vivir amando la esperanza de la silueta eterna, la no tiniebla del silencio sin morir, el deseo corporal a ese viento celestial y ancestral de ese verso manantial de vida… y se hace viento, se hace mar, ese ungido sentimiento corporal del tiempo…

Acepté de aquí al cielo, y qué pocas cosas aquí merecen, si no se sabe que hay un cielo en cada manera de vivir. Acepté a ir guardando el miedo y convertir a la luna en mi sentir que se asoma al mar… y si mi luna llora, a mí me llueve en el alma. Si mi luna llora, yo no valgo nada….



Tengo un argumento húmedo, víscera de un infinito…. contengo un precoz obsceno de precario argumento, un sentir de verso equivocado en la piel de otro costado… retengo sin sentido sentido en otro sentido equivocado…

Tengo un vértice hipotético que une lejano y por llegar… que es sirena y desvelo… imaginar donde beber el sueño y sus confluencias persiguiéndose…

Tengo inconsciencia que desvanece y nace en avidez lenta, que emana prisionera tentando a su antojo… tengo los sentidos sedados en caricias inventadas, escalofríos en la piel, preludios trémulos que entre besos llenan silencios… tengo un eterno que se esparce infinito sin verso...

Tengo pasión prohibida hostigando sin remordimiento, remordiendo deseo irracional que reverbera… tengo un deseo candente que danza cadente lentamente entre la carne y ruge sus ansias sobre una piel no saciada….

Tengo un secreto cómplice donde nazco y muero, donde duelo y desnudo alma... donde habito a instantes que en mi pecho yacen infinitos eternos… y no lo cuento…
  




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Lamontagneazul

Las palabras son pentimentos que callan su significado clandestino, ocultan como testigo silencioso; deseo, pasión y hastió. Habitan en un espacio libertad donde divagan y se mezclan con una pizca de cordura, y con la locura que destilan todos esos pensamientos inoportunos del espejo de una noche y su montaña azul.
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Andrés Suárez - De ida (2002)

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